En el último número de INSIEME concluía en mi columna con un auspicio: le deseo que después de la nefasta experiencia del gobierno anterior el nuevo gobierno pueda volver a tener un enfoque positivo con los italianos y los “itálicos” en el mundo. No más actitudes vejatorias o que penalicen, como sucedió en consecuencia de los dos “decretos de seguridad” que metían en un mismo caldero a los italianos que del exterior regresaban a Italia, a los terroristas y/o los clandestinos; y tampoco un comportamiento distraído e indolente, que en vez de reforzar los servicios consulares enviando más personal y más recursos permitió la restitución a Roma de los “fondos por ciudadanía” y bloqueó la contratación de nuevo personal. Hoy el nuevo gobierno está ya en pleno de los propios poderes, y afortunadamente ya no forma parte de él el partido de la LEGA (desde siempre hostiles a los italianos en el exterior como a los extranjeros en Italia). El cargo del Viceministro para los italianos en el mundo se quedó en manos del Italo-argentino Ricardo Merlo, que en su año y medio de presencia en el gobierno no se había nunca revelado a tanta injusticia e ineficiencia que han penalizado a millones de nuestros connacionales. Como ya tuve modo de declarar, la esperanza es que la presencia del Partido Democrático en el gobierno pueda contribuir también a cambiar la actitud de quien continúa a tener el cargo para las políticas de los italianos en el exterior, y que pueda finalmente cambiar la manera con la cual en estos años Italia ha mirado a sus comunidades dispersas en el mundo. No es necesario el asistencialismo sino eficiencia, no queremos ser tolerados sino valorizados. La comunidad de más de ochenta millones de italo-descendientes, como aquella de alrededor de 250 millones de itálicos en el mundo constituyen un motor extraordinario de desarrollo y riquezas para los italianos de hoy, todavía luchando con un recesión económica y con una preocupante recesión demográfica. A la crisis económica, de hecho, se puede responder (y el nuevo gobierno lo está ya realizando de manera admirable) con una política de rigor e inversión, junto a la Unión Europea, donde ahora Italia ha reencontrado un rol de primer plano. A la crisis demográfica, por el contrario, se puede responder solo con políticas de prospectivas e innovación, mirando a los italianos en el exterior como un recurso y no como un problema para la Italia del futuro.
(Articulo de Fabio Porta en la revista INSIEME, septiembre 2019)