ROMA, 30 de mayo de 2017
Con la puntualidad de los frutos de estación, llega un nuevo ataque contra el voto de los italianos en el extranjero y los electos por la circunscripción Exterior. En otras palabras, los derechos de ciudadanía de cinco millones de personas. Pequeñeces, diría Totó.
Se hace protagonista el diario “Libero”, que se reserva para el argumento la tapa y dos páginas completas, recibiendo artículos de G. Paragone y T Montesano, elegantemente titulada “Poco honorables. Saquémonos el peso de los electos en el extranjero “y” Cuestan y nadie los conoce: ¿quiénes son los dieciocho inútiles?”.
La ocasión es la definición de la nueva ley electoral. La comparación no va por el lado sutil: “Cualquier ley electoral que avance en la Cámara, anule el voto de los italianos en el extranjero. Ha sido un disparate colosal”. En conclusión: “Las necesidades de los italianos en el extranjero son menores en comparación a los problemas del país.”
Cambian las palabras, pero la canción sigue siendo la misma: el estribillo habitual de un periodismo culturalmente y políticamente connotado que no pierde oportunidad para rechazar un mundo que no conoce y del cual no se fía. Ningún cambio importante, por lo tanto, solo ignorancia abismal y atroz de los propios términos de la cuestión. Los ciudadanos italianos en el extranjero son ciudadanos como todos los demás y nadie les puede quitar el derecho al voto, que es el primero de los derechos ciudadanos. La circunscripción Exterior, por otra parte, se puso en la Constitución para “dar efectividad” a este derecho inalienable y ninguna ley electoral (ordinaria) puede tocarlo. En la Constitución también se indica el número de parlamentarios (12 en la Cámara y seis en el Senado) por lo que la misma abolición de la ley sobre el voto de los italianos en el extranjero no cancelaría la representación, en todo caso, podría cambiar sólo el método de elección. Además de las pequeñeces, incluso la minucia diría siempre Totó.
En cuanto a la presencia y la incidencia de los representantes elegidos en la circunscripción exterior, los datos a los que el periódico refiere demuestran precisamente lo contrario. Los parlamentarios elegidos en el extranjero, los únicos – recuerden – elegidos directamente por los votantes en una votación preferencial, a pesar de la diversidad y la distancia de sus electores, han estado más presentes y activos que la mayoría de los elegidos en Italia.
Lo que es más sorprendente, sin embargo, no es el sentido legal y la distorsión de los principios más básicos de la democracia, sino la declaración del valor residual de los italianos en el extranjero respecto de los problemas del país. Si la economía italiana se ha mantenido a flote en estos años de crisis se debe principalmente a la proyección del Made in Italy en el mercado global y a la red de apoyo asegurado por los ciudadanos en el extranjero y por los italodescendientes que fueron determinantes para esta presencia generalizada. Además de la contribución de la imagen y las relaciones que nuestros antecedentes migratorios, antiguos y nuevos, asegura constantemente al país.
Lo que está en juego, entonces, no es el papel de los italianos en el extranjero, sino la visión que se tiene del presente y el futuro de Italia en el mundo. Y desde este punto de vista, las posiciones de las fuerzas políticas y culturales que se identifican como “libres” son simplemente angustiantes. Y preocupantes no por nosotros, sino por el futuro del país. Verdaderamente preocupante.
Otro periódico, a decir verdad, más autorizado, hablando de las negociaciones sobre la ley electoral, ha insinuado la posibilidad de acuerdo entre Forza Italia y el Partido Democrático sobre la sustitución del voto por correo a los centros de votación. La solución propuesta precisamente por Forza Italia en su proyecto de ley electoral. Hemos dicho repetidas veces que el voto en las mesas de votación sería “un remedio peor que la enfermedad”, un primer paso para superar la votación en el sitio. En cuanto al fondo, por lo tanto, nada que añadir, excepto que no hay acuerdo al respecto, simplemente porque el PD no está disponible a una solución de este tipo.
Una razón más por la que los italianos en el extranjero, en el momento que se deberán pronunciar con el voto, junto con los otros ciudadanos, sobre las perspectivas del país, puedan reconocer cuáles son las fuerzas en que realmente se puede confiar para asegurar el futuro Italia en el mundo.
Los diputados del Partido Democrático en el extranjero Farina, Fedi, Garavini, La Marca, Porta, Tacconi