Fabio Porta
Con una victoria que va más allá de las mejores expectativas, el 78,2 por ciento del consenso, los chilenos han dado el “partida” a la superación de la Constitución de Pinochet del 1980, aprobaron la propuesta de constituir una Asamblea Constituyente paritaria (50% hombres-50% mujeres) encargada de reescribir una nueva Constitución.
Igualmente abrumador (79%) la elección de una asamblea compuesta totalmente por constituyentes electos en una próxima elección prevista para el mes de abril (y no por un organismo compuesto por la mitad de una delegación de los actuales parlamentarios).
Un camino indicado en su gran parte por las fuerzas políticas democráticas chilenas pero fuertemente querido por aquellos progresistas y señalado por una fuerte participación (no obstante las preocupaciones causadas por la pandemia) y de manera particular por una grandísima movilización de los electores más jóvenes.
En un momento histórico marcado por una fuerte crisis difundida en la democracia occidental, el plebiscito chileno constituye una clara e importante señal de confianza y esperanza en la fuerza de la democracia y en su capacidad de auto regeneración.