El comunicado de prensa con el que la Embajada y el Consulado de Italia en Venezuela se distancian formal y definitivamente del hospital italiano, inaugurado hace poco más de un año bajo la habitual fanfarria de comunicados grandilocuentes del MAIE y su presidente Ricardo Merlo: “Parecía ciencia ficción, ¡pero es la realidad!”, “¡Lo logramos, todos juntos!”, fueron algunas de las declaraciones triunfantes y satisfechas de aquellos días. No pasó mucho tiempo, al parecer, para descubrir que aquello había sido solo una operación de fachada y propaganda, o quizás peor aún, una iniciativa que en lugar de beneficiar a nuestros compatriotas necesitados de ayuda terminó favoreciendo a los “sospechosos de siempre” de nuestra comunidad. , buscando otra oportunidad para aumentar el tráfico y la influencia personal.
No nos extrañaría que en algún momento, quizás cuando se haya jubilado el actual embajador de Italia en Uruguay, una declaración similar de la Embajada y el Consulado de Italia se distanciaran de la operación que, de manera apresurada y opaca (como lo denuncie con mi interrogación parlamentario) llevó a la construcción de la nueva oficina consular en Montevideo. Una operación que, por cierto, a la fecha no ha mejorado en nada los servicios consulares y la larga espera de los compatriotas en los trámites de pasaporte y ciudadanía.
Pero el MAIE y sus parlamentarios ya no se manifiestan frente a la Embajada en Montevideo sino que anuncian más cómodamente manifestaciones frente al consulado de Italia en… La Plata, contra un cónsul que se marchará en unos meses, incitando a “compatriotas enfurecidos contra los empleados consulares (hoy blanco de ataques y amenazas) y recordando con nostalgia a los diplomáticos que habían ejercido la misma función que el cónsul en tiempos muy diferentes al actual (en el siglo pasado) o solo por unos meses hace unos años.
“Doble meneo”, se diría en Italia, o más fácilmente hipocresía instrumental e indiferente.
En cambio, sería más interesante preguntar a los “verdaderos representantes de los italianos en el exterior” (como se define el propio MAIE) qué opinan del cierre del único periódico de italianos en América Latina, “Gente d’Italia”, buscada por los Comités de Uruguay con la complicidad de nuestra embajada, o cómo responden al reciente ataque de la Farnesina a nuestra ley de ciudadanía y la invasión de los oriundos preanunciada por la oficina de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores. Una tormenta perfecta que podría acabar con el fin de las políticas de valorización de los italianos en el exterior, frente a las que prometió en campaña electoral el Ministro para los italianos en el mundo y en clara contradicción con las muchas palabras y los millones de euros que agitados para anunciar el próximo año internacional de las raíces italianas en el mundo.
Algo está obviamente mal. Y me gustaría hacer esta pregunta no solo al MAIE, que sigue apoyando al actual gobierno italiano que hasta ahora ciertamente no se ha destacado por su atención hacia los italianos en el extranjero (por cierto, ¿qué pasó con el CGIE, que a un año de su elección, ¿el Ministro de Relaciones Exteriores todavía no se ha reunido?); la pregunta debe ser dirigida a todos los partidos mayoritarios, que nos expliquen por qué no es posible fortalecer los consulados con el personal ya empleado en la Farnesina, ya sea porque no se encuentra el dinero para permitir la adecuación de los contratos de los empleados locales, o porque todavía es muy difícil aprobar un mini-concurso interno que en unos meses podría traer a unos cientos de contratados locales al cargo, con un impacto inmediato Beneficiando a las oficinas más críticas. Y podríamos seguir, por ejemplo, recordando que los millones de euros para mejoras consulares ya existen, si los “fondos para la ciudadanía” transferidos a los consulados durante cinco años gracias a mi ley se destinaran con cuidado y juicio.
En otras palabras, en conclusión: una vez más se demuestra que el verdadero problema no son los recursos sino el uso de estos, como enseña la historia del hospital de Caracas y el Consulado de Montevideo; y que poco se dice de todo esto, de hecho muchas veces preferimos no hablar o incluso silenciar a quienes lo hacen, como lo confirma la censura y la suspensión de contribuciones a “Gente d’Italia”.